Visionario. Diplomático. Sencillo. Audaz. Polémico. Altruista. Progresista. Carismático.
Cualquiera de estos adjetivos vendría como anillo al dedo para definir
la intensa vida de monseñor Rodrigo Bocanegra, ensalzada por muchos
y cuestionada por otros, pero al que se le debe reconocer el mérito de impulsar
la transformación social y turística de Marbella durante los difíciles años de la dictadura de Franco.
De sus ruegos y hasta de sus súplicas ante los ministros e incluso ante el caudillo
nacieron proyectos ilusionantes como la fábrica de esparto, el hotel-escuela,
centros educativos, viviendas sociales y hasta el propio puerto pesquero.
Aquí, como suele decirse coloquialmente, echó el resto.
Llegó a ir personalmente a El Pardo para pedirle a Franco un puerto para Marbella,
denegado por tres ministros, y dicen que hasta se puso de rodillas», relata la escritora
e historiadora Ana María Mata, inmersa en recopilar datos históricos, documentos e incluso
correspondencia para ilustrar a que será la primera biografía de don Rodrigo,
como le llamaban los lugareños, justo en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento.
Tanto esfuerzo negociador tuvo su efecto y Marbella se sumó a las localidades
con una marina, que dio trabajo a buena parte de los marbelleros.
Semana Santa de Marbella 1972
Personaje decisivo
Este vasto legado, como no podría ser de otra manera, engrosará buena parte
de las más de 200 páginas que tendrá la esperada biografía. "Me interesa la gente
que ha contribuido a que Marbella sea lo que es, lo bueno y lo malo, y él fue un personaje
tremendamente decisivo, incluso más que alguno de los que llaman pioneros», señala la biógrafa
de otros nombres propios en la historia de Marbella, como Ricardo Soriano
o doña Elvira,la dueña del Fuerte de San Luis. Espera poder publicarlo antes
de que finalice el año para aprovechar el tirón de la efeméride".
Festival Marroquí en el Hotel Marbella Hilton 1969
Para tejer los pasajes de la vida del sacerdote, nacido en la localidad gaditana de Olvera
el 8 de mayo 1908, la escritora escudriña archivos históricos y se entrevista con sus familiares directos.
Es el caso de Ricardo Sánchez Bocanegra, sobrino de don Rodrigo, que atesora un archivo inagotable
de imágenes y de anécdotas. «Era una persona de gran sencillez y simpatía, con mucho sentido del humor
y con una inteligencia y una visión de futuro excepcionales», recuerda. Enumera todas las obras sociales
que llevaron su firma, desde las escuelas rurales de La Bajadilla, Las Chapas y El Ángel
a la fábrica de esparto en la que dio trabajo a 200 mujeres o la creación
de la Hermandad de Santa Marta para «limar asperezas» entre los hoteleros.
Reunión con hoteleros en el Hotel Marbella Hilton - año 1970
«Se puso al frente de los más necesitados y tuvo la audacia y el acierto de ganarse la amistad y el respeto
de las más altas jerarquías del Estado», remarca. Algo que le valió para desarrollar una extensa obra social
y para convertirse en un auténtico 'conseguidor' de cualquier proyecto entre los años 50 y los 70.
«Se valía de los ricos para ayudar a los pobres», apostilla al referirse a su tío, que desembarcó en Marbella
en 1949 tras su periplo como párroco de Vélez-Málaga, Arriate, Grazalema y Yunquera.
Colocación de la primera piedra del edificio Marbella del Este - año 1969
Altas esferas
Precisamente su vinculación con las altas esferas
-llegó a ser amigo personal de Carmen Polo, mujer de Franco-
le granjeó la antipatía de algunos, que no comulgaban con su personalidad y su apego al protagonismo.
«Era un diplomático de los pies a la cabeza», apunta Ana María Mata con conocimiento de causa.
No sólo lo trató personalmente sino que monseñor Bocanegra hasta ofició
su boda en la iglesia de La Encarnación, que rezumaba cierta modernidad
frente al encorsetamiento del franquismo.
«En el momento que se vivía permitió el uso del bikini, acabó con la separación por sexos en la playa
e incluso dejaba entrar a los extranjeros sin mangas a la iglesia», cuenta la escritora, que llama la atención
sobre su constante preocupación por dar trabajo a los marbelleros.
«Decía que no se podía hablar de Jesucristo a estómagos vacíos».
Y puso todo su empeño en que se llenaran con las escuelas de oficios
y los señuelos para atraer el turismo.
Un infarto acabó su vida en 1973, cuando solo tenía 65 años.
Su entierro fue multitudinario y su estela perdura casi intacta.
Monseñor Rodrigo Bocanegra Pérez
Párroco de la iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación de Marbella
desde el año 1949 hasta 1973.
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